domingo, 11 de julio de 2010

ANSIEDAD

Ansiedad.

Estas solo; gota por gota resuenan en tus oídos; el perro tirado, mirando fijamente cada recoveco del cuarto. Tildado, como participando de una espectacular acción en la dimensión desconocida, de repente caes a tu realidad. Te das cuenta que Bob Dylan está de fondo, no lo habías notado antes, ya que estabas concentrado en las gotas. De repente, tus sentidos se alteran. Aquí empieza, crece con fuerza esa sensación interior que es impulsada por tu razón. No sabes porque, ni que, ni como. Sólo sabes que quieres hacer algo. Escribir un guión, mirar alguna de las excelentes películas que tenés tapadas con polvo, , buscar la manera de que la inspiración y la creatividad fluyan en ti.. Se despierta súbitamente dentro tuyo la idea; quieres hacer algo, miras a tu alrededor, mueves sin cesar tus piernas de un lado a otro; la situación es incontrolable; piensas en tus amores, en tus no amores y en tus posibles futuros amores; elaboras un plan maestro para retener a aquella persona que quieres. Recuerdas a las personas que ya no están contigo, a las que siguen estando y a las que están pero ya no quieres que lo estén. Pasa tu familia, tu trabajo, tu estudio y tu vida a millones de revoluciones por minuto. Los cigarrillos! Donde están los cigarrillos!? Si, sabes que ellos te pueden tranquilizar un poco, te pueden hacer aclarar la idea. Con el pulso nervioso, enciendes uno. El humo nubla tu cara, lo respiras relajadamente. Al cabo de 10 segundos, crees que el cometido esta hecho…te relajas. Pero la nicotina se consume tan rápido como la siesta de la tarde. Nuevamente la desesperación. “¿Empiezo a buscar otro trabajo?”, “¿dejo la facultad y me rindo a la inmensa corriente de alienación que amenaza desde años mi intelecto?”; piensas sin cesar. Te paras, recorres el cuarto de punta a punta, a pasos gigantes…empiezas a entender que no tiene sentido lo que estas haciendo, pero igual continúas…Abres la heladera, buscas algo que pueda distraer tu mente por unos minutos, tal vez un poco de helado, algún rico postre…pero no, recuerdas nuevamente que estás solo y que vives sólo, y el arte culinario lo guardas para algunas visitas “especiales”; “¿quién me mandó a vivir asi? Si me hubiera quedado con mamá estaría diez veces mejor y encima habiendo ahorrado” Ya está, es tarde! Entraste en una espiral interminable, que escurre gota a gota tu sufrimiento. Desesperado, tratas de ganar en una última mano, buscando el milagro...enciendes la tele, el zapping siempre ayuda a desconectar las neuronas, pero no. Sabes que no quieres eso. Ya rendido, te tiendes enfrente del maldito monitor de tu computadora, aquel tan bonito de cristal liquido que te hace poner estúpidamente orgulloso. De repente, el mundo se para a tú alrededor; para la lluvia, se duerme el perro; el aire se hace denso, no se escucha nada. Y así, como por arte de magia, agarras el mouse, te diriges rápidamente al bendito menú inicio, buscas la maravillosa aplicación “Microsoft Word” y, en un abrir y cerrar de ojos, hayas la solución. Te relajas, pones la mente en blanco y empiezas a escribir. Salen las primeras y más hermosas ocho letras que jamás habrían podido ser tan perfectas como en este momento, las cuales forman la palabra “Ansiedad”.

2 comentarios:

Veneno sabor miel dijo...

Siempre la ansiedad me ayudo a escribir!tambien despues de recorrer cada parte de mi casa recordar cada momento en ella de mirar la heladera para no tener ganas de comer de fumar si ganas hasta q agarro word!

Lea dijo...

Entonces vos, y quizá mejor que nadie, hayas entendido el sentido de este texto...Gracias por el comentario!!!!!!