domingo, 16 de mayo de 2010

Joel, Naturaleza y Sociedad. (Primera parte)

“Qué difícil que es meterse en la cabeza de otro. Por más que uno haga su máximo esfuerzo, nunca va a poder `VER´ el mundo desde el lugar en donde el otro se pare. Siempre van a quedar resabios, manchas, sombras de nuestro propio mundo al tratar de transferirnos al suyo. Cada uno es un Ser distinto; nunca debiéramos apresurarnos para juzgar al otro, pues nunca sabremos con exactitud que porción del mundo le toca mirar. Y mientras más nos alejemos de su mundo para mirarlo desde el nuestro, más rasgos de su individualidad iremos a juzgar. Quizá, un buen comienzo para comenzar a erradicar esta intolerancia que nos sofoca, podría darse si, al momento de juzgar un hecho particular, y luego de haberlo visto desde nuestro lugar en el mundo, nos parásemos lo más cerca posible del suyo, tratando de entender su pasado, su presente y lo que posiblemente podrá llegar a ser su futuro. Deberíamos partir, también, de la premisa “sólo mataría si me matan” que casi incoherentemente gobierna nuestros sentidos. Matar nunca es una opción. Y si para alguien lo es, deberíamos tratar de entender qué pudo haber llevado a ese Ser Humano a tamaña decisión. Y seguramente sin necesidad de hacer mucho esfuerzo podríamos llegar a la conclusión de que el que llega al punto en que la vida de otro no vale nada, es porque la suya, tampoco. Pero lamentablemente, parece ser que siempre que la sangre chorrea, los tiburones se hacen un festín. Cada día nos acercamos más a entender la diversidad que nos rodea; pero a su vez, mientras más cerca estamos, con más violencia la negamos. Si tan sólo pudiéramos reconocer ese sexto sentido del que tanto se habla…”


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